El cauce
y el caudal de ese río
que, corriendo sobre
el valle que secó,
avanzaba junto a sus orillas
llevaba su esencia
llevó siempre sus historias
el vivía
fluyendo junto a las aguas
de ese río
los brazos malditos que
surcaban piedras que se
encontraban
agarradas tanto
al suelo
que parecían
sueños imposibles
el calor de veranos acumulados
sin luces en lo oscuro
y sin piernas que acompañan
y sin risas
en el día
la desembocadura
y un delta próximo
tanto que asustaban y
alegraban al mismo tiempo
ilusionando
las ganas de terminar
con ese propósito
a veces despropósito
llamado vida
formaban
esa cotidianeidad.
Y ahora
el delta se hizo
presente
y sus islas golpean
y desarman
sus fuerzas.
La sal en los ojos
los años que flotan y
fluyen
en todas direcciones
recuerdos que se entrelazan
confundiéndose
hermanándose
haciendo difícil reconocer
la existencia de algún pasado
las cavidades que se inundan
de poder transparente
y luz.
Y ahora
ese océano
filtra residuos
de su última calma
y ahoga residuos
de sus últimos nervios
y culmina con sus oídos
tapados de burbujas
y dedos que ya
dejan de contraerse
y le recuerdan
a él,
que ya flota en otro lado;
ganaste
un desenlace
sin pelear por nada
y perdiste tus sueños
peleando por solamente
no olvidarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario